viernes, 6 de mayo de 2016

Ur, ciudad caldea

Para Marta, Víctor y X


No sospeché que había sido un niño comisionista, ni que de joven soñaba con serlo de mayor, hasta el día que estudié la comisión mercantil en el Código de Comercio. Entonces, en la Facultad que me servía de refugio, tendía a mirar el Derecho sobre todo desde el otro lado del espejo, y mientras el Código hablaba del comitente y de la comisión que debía percibir el comisionista por el desempeño de su mandato comercial, yo me acordaba de mis abuelos y de las pesetas que me daban como premio, ¡los domingos un duro!, por los recados que hacía para ellos: sellar las quinielas, siempre en el quiosco de la Plaza de Amboage, comprar para la merienda el café recién tostado en la torrefacción, y llevarles los periódicos que salían al atardecer de la redacción de El Correo Gallego (¿o era La Noche?). Y así fue como años después aprendí el contrato de comisión, con la memoria de mis recados. 

Era aún un muchacho, y solía almorzar los sábados en casa de uno de mis abuelos, invariablemente mejillones blancos y  jarrete con serias posibilidades de ternura. Bajábamos luego a la planta en la que estaba su comercio de Efectos Navales, y allí compartíamos la tarde, a solas los dos. Él se distraía con los crucigramas, y a mí me entretenía leyendo en voz alta el acertijo a descifrar y la respuesta que escribía en las celdas del pasatiempo; también me enseñaba los nudos marineros que se podían hacer con algunas de las infinitas cuerdas que había en el comercio: nudo de boza, as de guía, nudo de lazada, al revés, de corredera, de escote, de piña, de rizos…, y me regalaba el nombre exacto y la utilidad precisa de cada uno de los objetos fantásticos que nos rodeaban: octante, astrolabio, manómetro, ballestilla, anteojo de batayola, higrómetro, nocturlabio, bitácora…

Y asi fue como consideraba mi porvenir, vendiendo y trocando  en las ferias, zocos y alcanás de países lejanos los tesoros que guardaban los Almacenes de Efectos Navales de mi abuelo, proveedor de buques, arsenales y bases marinas. Cruzaría con Philias Fogg el estrecho de Bab-el-Mandeb a bordo del paquebote Tankadera, rumbo a Bombay, y alternaría con ingleses decididos a fundar establecimientos mercantiles en la India y Ceilán; recorrería con Marco Polo el reino del Gran Khan, el señor de los tártaros, conocería las razas de los hombres sabios encantadores y astrólogos, y trataría a los mercaderes de sándalo rojo, áloe y otras maderas aromáticas; y al fin recalaría, embarcado en la goleta Equator, en las Islas de los Mares del Sur, y comerciaría con Tembinok’ de Apemama, el mercader real del que había oído hablar a R.L. Stevenson, el inolvidable  Tusitala (¿contador de historias?) que fue a vivir y a morir en Samoa. 

No pudo ser. No sería comisionista en lugares remotos. Julio Verne, Marco Polo y R.L. Stevenson formaban parte de la literatura, no de la vida; y la vida y la literatura no eran lo mismo, me dijeron. No me importó. Incapaz de distinguir entre la ficción y la realidad, fatalmente hechizado por las lecturas,  sabía que dondequiera que estuviese los papeles escritos me seguirían, me descubrirían aventuras nunca imaginadas, tal vez el sentido de las cosas de la vida, y me traerían el recuerdo apacible de mis abuelos, que tanto me quisieron. Horizontal, 1, ciudad caldea de dos letras: ¡Ur!









6 comentarios:

  1. Cuántos miles de palabras más conoces tú y yo no? Bueno, excepto Ur, con la que me entretenía cuando la otra opción era estudiar la teoría de la causa explicada por tí.

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    1. Y, sin embargo, tuviste que estudiar la dichosa causa de los contratos para poder aprobar, y no sería porque yo no quisiera... Bien que lo siento, querido Luís, pero valió la pena: aquí estamos, un porrón de años después, todavía entretenidos con Ur...

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  2. Tierno y culto relato de infancia.
    Por cierto,mi mujer es maestra y dirige en su colegio el club de lectura.
    ¿Sabes cómo se llaman?:los tusitalas.
    A los chavales les encantó el nombre y su significado.A mi,también.

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  3. Tierno y culto relato de infancia.
    Por cierto,mi mujer es maestra y dirige en su colegio el club de lectura.
    ¿Sabes cómo se llaman?:los tusitalas.
    A los chavales les encantó el nombre y su significado.A mi,también.

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  4. Hola, Pablo, sólo te escribo esto para confirmar que te llegar los comentarios que hago en tu blog. Un saludo.

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