Imagino este blog que hoy comienzo a publicar como si fuese una hucha, porque así podré meter en él cosas insignificantes y pequeñas, calderilla no más ¿qué si no?, y eso sólo por juntar lo que separadamente no vale casi nada. Acaso también por imitar a Sanchica, la hija de Sancho Panza, que cada día echaba en una alcancía, para ayuda de su ajuar, los maravedís que ganaba haciendo encajes y puntillas.
Llevaba San Deogracias sesenta años, casi sesenta y uno, esperando este momento. Y es digno de verse lo contento que está: en un santiamén le han depositado en el cuenco de la mano ocho brillantes monedas. Deogratias.
ResponderEliminarMonedas acuñadas al aire, Elena, pero que tu sabes cómo cubrirlas.
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