jueves, 17 de marzo de 2016

Echar una firma

Allá por Zarza la Mayor, la tierra extremeña de mi amigo José Antonio B.P., cada año atesoro con avaricia palabras antiguas y desusadas, dichas con naturalidad, como recién horneadas.  Palabras que acostumbro  a oír en las noches de luna llena y amaneceres gélidos, al abrigo de un brasero de picón, colocado con alambrera debajo de la mesa camilla. Hablo del brasero que se remueve de cuando en cuando con una badila, o como dice la madre de mi amigo, invitándonos a ello, un brasero al que de rato en rato hay que echarle una firma con la badila para atizar las brasas del picón y que no se escape el calor, ese que allí no se nos escapa porque otro tanto es el que nos dan, también con naturalidad. 

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