sábado, 12 de marzo de 2016

Los enemigos de los libros

William Blades no incluyó entre los enemigos de la conservación de los libros al que según Andrés Trapiello es el principal de todos ellos, los autores, que "si  fueran mejores de lo que lo son, y se respetaran un poco más a sí mismos no escribiendo más que libros buenos, probablemente se les tendría en mejor consideración y la gente no llevaría sus obras a los establos, sino que los tendrían entronizados en un lugar preferente de la casa". Para mi desgracia, no puedo sentirme aludido porque solo soy un lector, aunque a veces aparezca disfrazado de otra cosa. 

2 comentarios:

  1. ...para nuestra desgracia, hay muchos autores que van directos a la papelera... lo cual te genera, al menos, el problema derivado de la pérdida de oportunidad resultante del dinero y tiempo empleados en el libro a olvidar. Hace unos dias, comentaba un escritor que vende mucho y que además es académico de la lengua, que se le había acercado un amable señor a saludarlo mientras tomaba un café. Aprovechó el señor para preguntarle si podría sugerirle algún consejo para escribir un pequeño relato (!!!), a lo que nuestro escritor, un poco sorprendido, le preguntó a su vez si tenía algún tema en la cabeza... y la respuesta fue un "no"... Un poco azorado, el escritor quiso saber si había algún tema por el que el hombre sintiese especial atracción, como la música... a lo que éste contestó que no, y que además la música era demasiado difícil para intentar hacer algo con ella... Ya un poco enfadado, le sugirió el escritor que intentase conocer algo relacionado con las artes o humanidades, respondiéndole éste que no tenía tiempo para tales cosas, que lo único que quería era escribir... No se cuál fue la reacción final del escritor, pero me acordé de aquel sonoro "váyase a la mierda" de Fernando Fernán Gómez...

    En cualquier caso, Pablo, los relatos neoyorkinos que nos ofreciste no entablan ninguna pelea con la literatura, sin duda alguna.

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    1. No vivimos un tiempo propicio para la agrafía. El “homo tecnologicus” es por esencia un anti ágrafo, pero si se trata de libros, y de libros objetivamente malos (un buen lector los detecta) o que sencillamente te decepcionan, siempre nos quedará aplicar el consejo que alguien -ahora no me acuerdo quién fue- me dio: libro que no has de leer, déjalo correr.

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