martes, 15 de marzo de 2016

Alfanhuí

Era yo bien joven cuando leí Industrias y Andanzas de Alfanhuí, la primera ¿novela? de Rafael Sánchez Ferlosio; un libro que desde entonces se quedó para siempre conmigo, como se quedaba silencioso en el aire el nombre de Alfanhuí al perderse los alcaravaranes: el maestro diseñador dijo al niño que le llamaría Alfanhuí porque tenía “ojos amarillos como los alcaravaranes”, y ese es “el nombre con que los alcaravaranes se gritan los unos a los otros”. 
Nunca vi un alcaraván, pero a menudo me encuentro rodeado de gaviotas en mi playa de toda la vida como si fuesen alcaravanes, y sueño que tengo los ojos amarillos como ellos, y que su vuelo “simple y dulce” me acompaña mientras me llaman por mi nombre: Al-fan-huí, al-fan-huí, al-fan-huí.


4 comentarios:

  1. Gracias por mencionar esta novela. Hay lecturas de la adolescencia a las que merece la pena volver de nuevo, pero muchas veces no consigo recordar aquellas que me marcaron, cada cual a su manera, y que me gustaría releer con los ojos de ahora. Alfanhuí, ¿en qué estantería dormirá la miel de sus ojos?. Y había otra de la misma época, "Pequeño teatro" de A.M. Matute, que han debido traer los alcaravanes hasta mi retina. A ver si los títeres están haciendo compañía a Alfanhuí bajo el mismo polvo.

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    1. Me cuenta un buen amigo que el alcavarán es el pájaro bobo, o eso pensaba de niño porque volaba trechos muy pequeños y creía que lo podía coger con sus manos. Los mayores se reían cuando él, cansado, abandonaba resignado su quimera.

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    2. Quizá la vida consista en eso, en perseguir alcaravanes inalcanzables ante la risa amarga de aquellos que ya no tienen la mirada clara para hacerlo. Después ya vendrán otros. ¿También reiremos entonces?

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    3. No te veo a ti, josevicente, con la risa amarga, y menos te imagino con ella mientras miras a los niños perseguir quimeras.

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